Araceli Fernández Torres, originaria del municipio de San Francisco del Rincón, Guanajuato, tiene discapacidad motriz. Cuando era niña, con muchos esfuerzos por sus rehabilitaciones y el uso de prótesis, logró concluir la primaria en el sistema escolarizado, pero ya no continuó en las aulas.
Y aunque pasaron más de 26 años para que volviera a estudiar, gracias a su esfuerzo, “Cheli”, como le dice su familia de cariño, está por terminar su secundaria en el Instituto de Alfabetización y Educación Básica para Adultos (INAEBA).
Así como ella, a través del “Proyecto de Servicios Educativos para Grupos Vulnerables”, 754 guanajuatenses de 26 municipios reciben atención de 36 asesores educativos de INAEBA.
Del total de estudiantes, 595 tienen un tipo de discapacidad física, que no les representa un impedimento para seguir estudiando. 183 tienen discapacidad intelectual, 179 discapacidad auditiva, 122 poseen discapacidad visual, 111 discapacidad motriz y 9 tienen discapacidad de lenguaje.
En este proyecto de grupos vulnerables, también se encuentran 49 guanajuatenses indígenas y 101 adultos mayores recibiendo servicios de alfabetización y educación básica.
En lo que va del año, 133 personas concluyeron sus estudios de primaria y secundaria en INAEBA, mismas que ya pueden obtener su certificado de estudios con validez oficial.
“No hay obstáculo que uno no pueda vencer”
Cheli de 39 años y vecina de Rancho Grande en el municipio de San Francisco del Rincón, acude desde hace año y medio a sus asesorías académicas en el Centro Cultural Villas de Guadalupe y está a pocos meses de concluir su secundaria.
Al inicio, llegaba en una silla de ruedas que su sobrina de 9 años le ayudaba a empujar, pero ahora, acude en una silla de ruedas motorizada que le envió una tía que tiene viviendo en Estados Unidos.
Antes de ir a clase, su papá quien tiene ceguera, le recuerda: “todo este estudio que estás recibiendo, te sirve para que te superes, para que mejore tu economía y para que te sepas desenvolver, comunicar y enfrentar cualquier reto que se te presente en el trabajo y en la calle”.
Después de escuchar estas palabras, lo abraza a él y a su mamá, para luego ir a estudiar.
Desde que comenzó sus estudios, Cheli reconoce en ella misma cambios en su forma de ver la vida. Dejó de pensar que no puede, aspira llegar a la universidad y se sabe una mujer independiente y útil para los demás.
Emocionada al pensar en todo bueno que viene para ella, Cheli pide a otras personas con discapacidad que se acerquen al INAEBA “y que no dejen de seguir sus sueños, sí se puede. No hay obstáculo que uno no pueda vencer. Siempre y cuando uno lo desee y lo quiera, uno puede salir adelante”, concluyó.