Guanajuato, Gto., a 19 de enero del 2018.- En el marco de la celebración del 90 aniversario de Jorge Ibargüengoitia el Instituto Estatal de la Cultura te invita a que asistas este 22 de enero a la inauguración de la exposición “Los Pasos De Jorge Ibargüengoitia en punto de las 12:00 hrs., en el Museo del Pueblo.
La cual muestra a través de algunas de sus obras, hemerografía e imágenes de su vida. Durante esta inauguración el público podrá acercarse a uno de los escritores más representativos de la literatura mexicana del siglo XX.
Esta obra va más allá de lo que la crítica ha dicho. En sus novelas, Las muertas y Los relámpagos de agosto, entre otras, el escritor guanajuatense hace gala de una frescura y libertad que, según él mismo reconocía, no consiguió en el teatro (El atentado).
En los libros de Jorge Ibargüengoitia predominan sobre todo la ironía sobre la historia y la vida cotidiana, el humor, la desacralización de lo establecido y la sátira en la más pura de sus expresiones, lo que le ha valido el reconocimiento de miles de lectores en todo el mundo. La exposición “Los pasos de Jorge Ibargüengoitia” representa una oportunidad única para conocer más al autor de Estas ruinas que ves y Los pasos de López, por mencionar algunas de sus obras.
Jorge Ibargüengoitia, fue un original y talentoso escritor de teatro, novela, cuento, ensayo y artículos periodísticos. Poseía un humor sarcástico, en ocasiones hasta siniestro, que empleó para consignar en sus escritos el acontecer cotidiano y desacralizar la historia de México.
Nació en Guanajuato el 22 de enero de 1928. Su padre murió cuando él era muy pequeño, tras lo cual, se mudó con su madre a casa de sus abuelos maternos. Cuando cumplió tres años, la familia entera se trasladó a la Ciudad de México. Su abuelo falleció cuando Jorge apenas tenía siete años; creció entre mujeres, su madre y sus tías deseaban que se convirtiera en ingeniero.
En 1940 Ibargüengoitia se unió al grupo scout del Colegio México, con el sobrenombre de “Tecolote de Guadaña”. Ahí conoció a Manuel Felguérez, con quien mantuvo una cercana amistad durante toda su vida. A los 17 años ingresó a la Facultad de Ingeniería, pero después de viajar a Europa con los scouts, se dio cuenta de que la ingeniería no era su vocación, por lo que abandonó la carrera y volvió a su natal Guanajuato, donde trabajó dos años en el rancho de su propiedad