San Miguel de Allende, Gto. 05 de junio de 2025.- A sus 9 años, Sebastián Bustamante Cano, estudiante del tercer grado del Instituto Latinoamericano Bilingüe, de San Miguel de Allende, ha dado una lección al mundo: cuando el aprendizaje florece en entornos seguros, amorosos y comprometidos, no hay límites para lo que una niña o un niño puede lograr.
Sebastián obtuvo el tercer lugar en el Desafío Matemático AMCO Summit 2025, una competencia internacional que convocó a más de 11 mil estudiantes de 12 países, posicionando a México, y particularmente a Guanajuato, en los primeros lugares del talento académico internacional.
Pero detrás de este resultado hay mucho más que una medalla; hay una comunidad educativa sólida, una familia comprometida y una infancia bien acompañada.
“Yo quería llorar en ese momento por lo feliz que estaba”, recuerda Sebastián al hablar de la final. “Lo más emocionante era ver que pasaban las rondas y yo seguía ahí… eso me motivaba a continuar”.
La historia de Sebastián comienza en casa, donde su curiosidad ha sido cultivada desde pequeño. Con su abuelito, por ejemplo, inventaron un juego de conteo con animales callejeros para ejercitar las matemáticas de forma divertida: “los pájaros valen uno, las palomas dos, los gatos diez y los perros cinco… y así vamos sumando mientras caminamos”, explica orgulloso.
Desde el aula, el acompañamiento docente ha sido clave. Su maestra Jessica Ramírez Ramos identificó en él no solo rapidez para resolver problemas, sino una pasión constante por el reto. “Todos los días comenzábamos la clase con acertijos matemáticos. Sebastián no solo los resolvía, lo hacía más rápido que nadie, por eso lo elegimos pero más allá de eso, este logro es de todo un equipo docente que comparte estrategias, que se apoya y que cree en el potencial de cada estudiante”, comentó.
Desde la dirección escolar, Sara Luz Macías Rosas, directora del Instituto, subraya que este logro representa a toda una comunidad educativa comprometida con la formación integral, “no podríamos hablar de éxito sin mencionar el papel de las familias, de los docentes y de los propios estudiantes. Este reconocimiento a Sebastián nos llena de orgullo, pero también nos motiva a seguir con ética, compromiso y una visión global del aprendizaje”.
En esta visión, la educación emocional ha sido una pieza central. María Fernanda Piñones, psicóloga educativa del instituto, enfatiza que el acompañamiento socioemocional es parte del día a día: “Nuestros estudiantes tienen una hora semanal dedicada a trabajar atención, concentración, regulación emocional y seguridad en sí mismos. Además, preparamos a las familias para que ellos también acompañen emocionalmente a sus hijas e hijos en cada paso, especialmente en retos como este”.
El éxito de Sebastián es, sin duda, reflejo del entorno que lo acompaña. Su mamá, María Fernanda Cano Rangel, habla con emoción sobre el trabajo constante que realizan en casa: “Acompañamos a Sebas desde pequeño. No se trata de dejarle todo a la escuela, sino de motivarlo, escucharle, jugar con él. Queremos que siga encendido, que su curiosidad no se apague nunca”, mencionó.
Por su parte, su papá, José Luis Bustamante Chávez, compartió una reflexión poderosa al invitar a madres y padres a desconectarse del celular y conectar con sus hijos. “Si los escuchamos, si jugamos con ellos, descubrimos sueños, ideas, talentos que no imaginamos. Ellos son el presente y el futuro de este país”, compartió decidido.
El Desafío Matemático AMCO no solo evaluó conocimientos, sino también la capacidad de tomar decisiones bajo presión, el trabajo en equipo y la gestión emocional. Para el Instituto Latinoamericano Bilingüe, esta participación fue una oportunidad de validar un modelo educativo integral, que articula el desarrollo académico con el bienestar emocional, el trabajo colaborativo y la vinculación con las familias.
Sebastián, como muchos otros estudiantes, demuestra que cuando una niña o un niño crecen en espacios donde se les escucha, se les acompaña y se les impulsa a disfrutar del aprendizaje, sus logros se vuelven parte de una historia colectiva.
“No sé qué voy a ser de grande”, dice Sebastián, “pero sí sé que las matemáticas me van a ayudar en mi día a día”.
Hoy, su voz, su alegría y su ejemplo nos recuerdan que la educación de calidad no solo transforma destinos, también enciende vocaciones, fortalece sueños y construye un mejor futuro para todos.