Guanajuato, Gto, a 24 de octubre de 2023.- Bajo ese frío de octubre que invita a acurrucarse y una luna creciente que sonríe al recordar las cosas dichas por los enamorados, la voz del profeta José Alfredo se hizo escuchar en la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas, en la sexta noche del 51° Festival Internacional Cervantino.
Cientos de almas a coro reafirmaron lo vivo que está el vate dolorense a medio siglo de su partida con el concierto “Joyas musicales perdidas de José Alfredo Jiménez”, ofrendado por la Banda de Música del Estado y Olivia Gorra.
Una de las voces más apreciadas del bel canto nacional y una agrupación patrimonio cultural de Guanajuato, trabaron alianza bajo la dirección de Adalberto Tovar para desgranar algunas de las páginas más emotivas del cancionero josealfrediano.
Una velada donde emergieron los claroscuros del amor: desde la luminosidad del anhelo de un “Si nos dejan, nos vamos a querer toda la vida”; hasta la amarga aceptación de los límites de “Dios me señaló”, la primera de las joyas escondidas reveladas en la noche: un lamento que era casi un lied: “Mi vida se detiene en la orilla, que Dios también a mí me señaló”.
El trino diáfano de Olivia Gorra se explayó lo mismo en canciones tatuadas en la memoria colectiva, como “El jinete” o “El último trago”, que en melodías que más de alguno escuchó por primera en esa noche cervantina, como “Qué pase la lluvia” o “El último besos”, con su airado y doliente cuestionamiento: “¿Quién te ha querido en la vida más que mi pecho?”
Banda y solista arroparon con hondura la emotividad imperecedera de José Alfredo: el vicario de todos los desamores y los quiebres del corazón; el alquimista capaz de tomar las penas del alma y transmutarlas en una catarsis colectiva.
El segundo trecho del concierto en la Alhóndiga transitó por páginas más conocidas del repertorio del hijo predilecto de Dolores Hidalgo: “Amanecí otra vez”, “Te solté la rienda”, “Retirada” o “Deja que salga la luna”, melodía para la que Olivia Gorra invitó a todos los presentes a tomarse de la mano.
Como cierre de la velada, se hizo escuchar un amplio popurrí de “un hombre que con solo sus canciones hizo su propia ley”, como lo describió Olivia Gorra: un collar donde se engarzaron perlas diversas: desde “A la luz de los cocuyos” hasta “La mano de Dios”.
El gran final no podía ser otro que “Caminos de Guanajuato”, el himno guanajuatense definitivo que puso de pie a todos los convocados en la Explanada de la Alhóndiga y con el que José Alfredo Jiménez, desde la eternidad, dejó claro que sigue siendo el rey.
“Joyas musicales perdidas de José Alfredo Jiménez” se presentó también en el Teatro de la Ciudad, en Irapuato y el Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña, en León. En noviembre se hará escuchar de nuevo como parte del 14° Festival Internacional José Alfredo Jiménez, en Dolores Hidalgo.