Claudia Guerrero, una maestra que educa con el corazón y guía con el ejemplo

• Transformó obstáculos en oportunidades para educar desde la empatía y la resiliencia.

  • Ha dejado huella en estudiantes, colegas y familias a través de proyectos con impacto social.

San Miguel de Allende, Gto. 29 de julio de 2025.- En cada rincón de una comunidad, hay historias que inspiran y que merecen ser contadas, una de ellas es la de la maestra Claudia Guadalupe Guerrero Vázquez, quien desde hace nueve años transforma vidas desde el aula multigrado del jardín de niños Ricardo Flores Magón, en la localidad de Landeta.

Claudia no solo es docente, es guía, constructora de sueños y sembradora de valores. Su vocación nació en la infancia, inspirada por su propia maestra de preescolar, a quien años más tarde tuvo el privilegio de reencontrar como colega.

Durante su formación en la Universidad Continente Americano, Claudia fue parte de un proyecto educativo alternativo que le permitió vivir desde temprano la realidad del aula; y aunque estudiar y trabajar al mismo tiempo no fue sencillo, encontró en cada reto una razón más para amar su profesión.

Su primer nombramiento no fue en una zona urbana ni de fácil acceso, fue en La Tinaja de los Rodríguez, una comunidad lejana de San Miguel de Allende a la que solo se llegaba caminando, cruzando una presa y subiendo un cerro. Los días martes y jueves, el transporte era limitado; el resto del tiempo, su voluntad la llevaba. Ahí, en medio de caminos de terracería y silencio rural, comenzó a escribir su historia como educadora.

Desde entonces, Claudia ha recorrido escuelas rurales, urbanas, de organización completa y unitaria; también ha trabajado en guarderías y como docente de idiomas con niñas y niños de entre 3 y 7 años. Cada experiencia ha enriquecido su mirada, y aunque conoció otras etapas educativas, siempre regresó al preescolar, donde, como ella misma dice, “está su corazón”.

Pero su vocación va más allá de la enseñanza en el aula, ya que ha sido impulsora de proyectos que buscan no solo el aprendizaje académico, sino la formación de seres humanos empáticos, responsables y conscientes de su entorno. Destacan entre ellos, “Los derechos de los niños”, una propuesta educativa centrada en la inclusión, la empatía y la equidad, especialmente significativa en su contexto actual, donde atiende a estudiantes con síndrome de Down y parálisis cerebral. Su esfuerzo ha sensibilizado a toda la comunidad educativa y generado una cultura de respeto e integración.

El proyecto “Conozcamos los derechos de los animales”, recibió reconocimiento a nivel zona, y que fomentó el cuidado y la protección de mascotas en su localidad. Además, ha organizado recorridos pedagógicos, visitas a museos, campamentos escolares, eventos deportivos y múltiples actividades que amplían el horizonte de sus estudiantes; con el propósito de fortalecer el sentido de pertenencia, el pensamiento crítico y el amor por el aprendizaje.

La maestra Claudia también ha acompañado a docentes de nuevo ingreso como tutora, compartiendo no solo conocimientos, sino también herramientas emocionales y pedagógicas para enfrentar la tarea de educar con integridad y pasión; por ello, su liderazgo ha sido respaldado por sus autoridades, quienes reconocen su constancia en la formación continua y su permanente búsqueda de innovación.

Como parte de su labor docente, promueve una estrecha relación con las familias, fomentando el compromiso compartido por la educación, y visibilizando la importancia del nivel preescolar como base para el desarrollo de habilidades esenciales: expresión oral, autonomía, convivencia pacífica, pensamiento lógico y valores.

“Ser docente hoy es tener compromiso profesional y humano; es acompañar con respeto, con amor y con esperanza. Es creer en cada niño y niña, y enseñarles que pueden lograr lo que se propongan”, afirma.

La Secretaría de Educación de Guanajuato reconoce a la educadora Claudia Guadalupe Guerrero Vázquez como una mujer que representa con orgullo los valores más nobles del magisterio: la vocación auténtica, la resiliencia, la cercanía, el profesionalismo y el profundo amor por la infancia.

Gracias maestra Claudia por ser luz, guía e inspiración. Su historia nos recuerda por qué la docencia es, sin duda, una de las tareas más poderosas para transformar el mundo.