Guanajuato, Gto., a 15 junio de 2025.- De la mano de sus madres y con las mochilas a la espalda, cientos de alumnas y alumnos de preescolar, primaria y secundaria llegaron al plantel de la Escuela Secundaria Técnica Número 29 ubicada en la comunidad Laguna Larga de Cortés, en el municipio de Pénjamo, Guanajuato.
El patio estaba lleno de módulos, carpas, globos y de una energía distinta, como anunciando que algo podía germinar. Alumnos del preescolar Vicente Guerrero, de la Escuela Primaria Cuauhtémoc y de la Secundaria Técnica 29, directivos, docentes y padres de familia respondieron al llamado para participar en la Feria de la Paz que tuvo como tema la Prevención social de la violencia y la delincuencia.
“Gracias por acompañarnos”, dijo al micrófono Dulce Deli Ruiz Gallardo, directora de la Secundaria Técnica No. 29, en representación de los planteles participantes. “Que esta feria, agregó, sea un recordatorio de que la paz se enseña, se vive y se defiende todos los días”.
El sobrevuelo de un helicóptero de la Secretaría de Seguridad y Paz rompió la rutina de Laguna Larga de Cortés, como muestra de que las instituciones de seguridad pueden acercarse a las comunidades desde el respeto, la prevención y el juego.
También causó sorpresa la presencia de una unidad blindada que al menos por esta vez impuso, pero no atemorizó, que invitó al juego y a despertar la curiosidad. “Hoy se hizo ese esfuerzo para visitarlos en este bonito día”, dijo Fernando Ruiz Miguel, quien asistió en representación de Elia Bárbara Lugo Delgado, Subsecretaria de Prevención.
Sin embargo, los protagonistas de esta Feria de la Paz fueron las y los niños, las y los adolescentes, así como sus padres, madres y los docentes.
Uno de los momentos más emotivos llegó en la voz del alumno de la secundaria encargado de hablar en nombre de los estudiantes: “Hoy no solo venimos a una feria”, dijo, “venimos a recordar que la paz empieza en nosotros… cuando respetamos, cuando escuchamos en lugar de juzgar”.
Su breve, pero potente y sincero discurso arrancó aplausos a los asistentes, quienes tuvieron ante sí no fórmulas repetidas en palabras, sino a un joven hablando desde el corazón en nombre de muchos más.
Eliseo Hernández Campos, en representación de Karla Gabriela Alcaraz Olvera, Procuradora de los Derechos Humanos del Estado de Guanajuato, dijo que sembrar la paz requiere de tres ingredientes: tolerancia, empatía y sensibilidad.
Relató una anécdota: un niño de 13 años se le acercó durante un consejo estatal para preguntarle cómo se llega a ser presidente de México. Luego vino otra pregunta que no por su aparente inocencia carecía de significado “¿y usted, a qué aspira?”
Confesó que se quedó sin respuesta, “porque a veces olvidamos que los sueños más grandes vienen de las voces más pequeñas”, y, también, de que la niñez interroga al mundo desde la esperanza.
La presidenta municipal de Pénjamo, Yozajamby Florencia Molina Balver, fue clara en su intervención: “no son más policías lo que necesitamos, sino ciudadanos comprometidos con la paz”. Agradeció a estudiantes, docentes y autoridades su trabajo colaborativo para hacer posible la Feria de la Paz.
Adiós, juguetes bélicos; bienvenidos, juegos de paz
A los discursos siguieron los actos simbólicos: el intercambio de juguetes bélicos por juegos de paz. Niñas, niños y adolescentes entregaban pistolas de plástico y espadas luminosas, para recibir a cambio rompecabezas, pelotas o libros. Un gesto simple, pero poderoso, que tiene una intención pedagógica: enseñar que la paz también se juega y se aprende desde la infancia.
El patio se convirtió en escenario para que los estudiantes de secundaria ofrecieran una danza tradicional oaxaqueña: Flor de Piña. Regalaron una postal viva del folclor mexicano.
Y así, entre palmas, risas, recorridos por los módulos, juegos, reflexiones y abrazos, la Feria de la Paz tomó forma, no solo como evento, sino como un día que quedará en la memoria de esta comunidad de no más de 4 mil habitantes.
Al final, cuando el micrófono se apagó y las carpas comenzaron a desarmarse, quedó la sensación de que en cada taller, en cada juego, en cada palabra, se había sembrado una semilla que quizá crezca en forma de respeto, diálogo, comunidad.
Porque, como dijo uno de los alumnos, “la paz empieza en nosotros”. Y en Laguna Larga de Cortés empezó a germinar con un poco más de fuerza.