Ser madre privada de la libertad en Guanajuato: un amor que resiste

  • En Guanajuato, cuatro mujeres viven con sus hijas e hijos menores de tres años dentro de centros penitenciarios, en espacios especialmente acondicionados con atención integral.
  • Las estrategias de reinserción incluyen autoempleo, apoyo psicosocial, educación y programas diferenciados para mujeres que maternan en reclusión.

Guanajuato, Gto., a 10 de mayo de 2025.- Cada día, en los Centros Estatales de Prevención y Reinserción Social (Cepreresos) de Guanajuato, hay una madre que canta bajito una canción de cuna, que acaricia la frente de su hija dormida o espera, con la mirada puesta en la reja, una visita que a veces no llega.

La maternidad en prisión existe, aunque con otras formas y heridas. Algunas mujeres viven con sus hijas e hijos menores de tres años dentro de los centros penitenciarios. Otras mantienen el vínculo a la distancia, a través de cartas, llamadas o mensajes que viajan con sus familiares. Todas enfrentan el mismo reto: seguir presentes, aunque no puedan estar cerca.

Actualmente, cuatro mujeres en la entidad viven con sus hijas e hijos pequeños dentro de un centro penitenciario: dos niñas y dos niños distribuidos en los Cepreresos de Guanajuato capital, León y Valle de Santiago. Allí, las y los menores de tres años cuentan con estancias infantiles donde reciben atención integral brindada por personal capacitado en crianza positiva y desarrollo psicomotor.

Mayra, madre de una pequeña que vive con ella en el Ceprereso de Guanajuato capital, lo resume con ternura: “Desde que estoy aquí, he cambiado como persona… ya no quiero darle todo lo material a mis hijos, solamente quiero estar con ellos.” La mayoría de sus compañeras —cuenta— han sido una red de apoyo para ella y su hija. “La quieren mucho, la consienten.”

Otras mujeres mantienen su rol materno desde la distancia. Luisa, por ejemplo, aprendió a tejer dentro del penal. Sus muñecos fueron vendidos en la Feria Estatal de León. Con ese ingreso —más de lo que imaginaba— planea apoyar a su hija para su entrada a la preparatoria. “Yo dije: ya voy a tener dinero para que mi niña entre a la prepa. Si lo hice aquí adentro, también puedo salir adelante afuera”, asegura.

El Sistema Penitenciario del Estado de Guanajuato, bajo la instrucción de la Gobernadora Libia Dennise García Muñoz Ledo, impulsa una estrategia de reinserción con enfoque humano, que incluye talleres de autoempleo, acompañamiento emocional, programas de educación y esquemas de apoyo en coordinación con distintas dependencias.

En el marco del Día de las Madres, se organizan actividades especiales en todos los centros penitenciarios –femeniles y varoniles- del estado para reconocer a quienes maternan en condiciones de reclusión, a quienes son madres y tienen a sus hijas e hijos fuera, y también a todas y todos los que recuerdan con amor a su propia madre. Estos espacios permiten fortalecer los vínculos familiares durante las visitas y crear momentos de conexión emocional que dignifican a las personas privadas de la libertad.

El director del Sistema Estatal Penitenciario, Julio César Pérez Ramírez, explicó que se trabaja en programas diferenciados para las madres privadas de la libertad, incluyendo acompañamiento psicosocial y apoyos económicos específicos en fase avanzada de gestión. “Ya les estamos dando todas las herramientas para que no haya retrocesos”, afirmó.

Y mientras eso ocurre, mientras los días se cuentan entre turnos, pañales o lágrimas, hay madres que siguen. Que resisten. Que esperan.

Como lo dice Mayra mientras su hija se acurruca en su pecho: “Cuando salga y pueda abrazar a mi hijo y a mi hija sin ningún obstáculo, les diría que pase lo que pase, ahí voy a estar con ellos, siempre.” 

Y es que hay algo que ni el encierro, ni el tiempo, ni el arrepentimiento pueden borrar: el amor que resiste todo y que no deja de buscar un nuevo comienzo. Porque incluso en contextos de privación de la libertad, una madre sigue siendo luz.

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