Guanajuato, Gto., a 01 de abril de 2025.- Algunos sueños comienzan en la infancia, y nacen con tal fuerza que atraviesan los años, sortean obstáculos y se convierten en destino. Así es la historia de muchos hombres y mujeres que han decidido dedicar su vida a la seguridad en nuestra entidad, como José y Eduardo, dos policías de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado (FSPE) que encontraron en el uniforme algo más que un trabajo: una vocación llena de amor por Guanajuato, una promesa de proteger en silencio a quienes quizá nunca sabrán su nombre.
José recuerda con claridad el momento exacto en el que nació su vocación. “Tenía diez años cuando mi papá me llevó a un desfile en Guanajuato capital. Vi marchar a las Fuerzas del Estado y me impresionó tanto que los seguí por 20 minutos. Desde entonces, quise ser policía”.
Tal como sucedió en 1861, cuando el periódico El Monitor describió al Batallón Primer Ligero como “un cuerpo comparable a los mejores de Europa” tras una exhibición en la Plaza de la Constitución, el impacto de ver una formación impecable, el paso firme de los policías y el porte del uniforme siguen despertando vocaciones. Más de 160 años después, otro niño guanajuatense encontró en ese mismo desfile el origen de una lealtad que aún late en su corazón.
A los 19 años, José emigró a Estados Unidos, pero la idea de vestir el uniforme nunca lo abandonó. “Allá veía a los policías uniformados y me decía a mí mismo que regresaría para servir en mi estado”. Lo logró en 2009, cuando ingresó a la corporación y desde entonces, su pasión por la seguridad no ha hecho más que crecer. “Mi uniforme siempre lo porto con gran orgullo y compromiso. No importa la hora, siempre estoy listo para servir a la ciudadanía”.
Para Eduardo, el camino fue distinto, pero el destino terminó siendo el mismo. “Mi mamá y mi tío trabajaban en el ámbito policial. Desde pequeño me gustó y hasta el día de hoy sigo con el mismo amor por la institución”. Tras 15 años de servicio, sabe que su vocación ha forjado su vida profesional y le ha dado estabilidad. “La institución me ha dado estabilidad económica y familiar, pero también me ha enseñado respeto. Respeto a la ciudadanía, a la profesión y a mí mismo”.
Las mujeres y hombres que portan el uniforme de las FSPE son herederos de una institución con casi dos siglos de historia. La Comisaría General de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado nació en 1833 bajo el nombre de Batallón Primer Ligero de Guanajuato y hoy coordina operaciones en todo el territorio estatal, brindando apoyo a los municipios en tareas de prevención, vigilancia y patrullaje.
Bajo una visión de inteligencia, coordinación y cercanía, las FSPE se fortalecen con el compromiso de policías como José y Eduardo.
“Proteger a la gente es mi mayor responsabilidad, doy mi vida para que la ciudadanía goce de su libertad”, dice José con la certeza de quien ha dedicado sus mejores años a la seguridad del estado. Eduardo coincide: “Es un trabajo peligroso, pero también es un trabajo respetado. Con el tiempo, el amor por la institución crece y te das cuenta de que cada sacrificio vale la pena”.
Ambos saben que el uniforme es un compromiso que se lleva en la piel y en el corazón. “Servimos con honor, protegemos con el corazón”, dice José. Y Eduardo añade con firmeza: “Cuidamos porque amamos Guanajuato”.
Porque su vocación no es solo una elección de vida, es la certeza de que cada jornada, sin importar lo difícil que sea, vale la pena si logra que una familia guanajuatense duerma tranquila, que un niño juegue sin miedo, que una comunidad viva en paz.
Es también la continuidad de una historia que comenzó hace 192 años, cuando el Congreso del Estado emitió el Decreto 199 para crear el Batallón y Escuadrón de Seguridad del Estado, antecedente del Batallón Primer Ligero, que hoy conocemos como FSPE. Una historia que sigue viva, que se ha escrito con el corazón, valor y disciplina de quienes -generación tras generación- han elegido proteger a Guanajuato con sacrificio y lealtad.