Guanajuato, Gto., a 22 de marzo de 2021.- Hasta antes de 2006, el retrato mental que la mayoría de las personas tenía de Guanajuato invariablemente adoptaba la forma de sus ciudades coloniales. Sin embargo, el 10 de marzo de ese año se puso en operación Plazuelas, la primera zona arqueológica habilitada para recibir al público en la entidad.
Ese acto, del que se cumplen ya 15 años, fue más que la apertura de un sitio con vestigios milenarios: significó una nueva forma de entender la historia de Guanajuato y la semilla de un exitoso modelo de gestión de sitios arqueológicos, en el que participan de manera colaborativa los tres niveles de gobierno.
A la apertura de Plazuelas, en el municipio de Pénjamo, le siguieron las zonas arqueológicas de Peralta, en Abasolo (2008); Cañada de la Virgen, en San Miguel de Allende (2011) y El Cóporo, en Ocampo (2012), así como el sitio de pinturas rupestres de Arroyo Seco, en Victoria (2018), que es apenas uno de los tres de su género abiertos al público en el país.
Gracias a la conjunción de esfuerzos, en Guanajuato ha sido posible reiniciar la investigación sobre temas y regiones que habían sido poco estudiadas, como son las áreas limítrofes de Mesoamérica y el norte de México.
Cada uno de los sitios arqueológicos abiertos en la entidad generó un amplio proyecto de investigación y conservación, cuya documentación está accesible a través de diversos libros editados por el INAH y el Instituto Estatal de la Cultura, el último de los cuales es “La memoria de los ancestros. El arte rupestre de Arroyo Seco, Guanajuato”, publicación firmada por Carlos Viramontes y Luz María Flores que obtuvo en 2018 el Premio Alfonso Caso.
Las investigaciones arqueológicas realizadas gracias a este marco de colaboración han aportado información sobre el pasado prehispánico de Guanajuato, con los que se modifican algunas teorías existentes para la región, como es el planteamiento, muy divulgado, de que este territorio sólo era habitado por grupos nómadas, genéricamente llamados chichimecas, que si bien fue la población que los españoles enfrentaron a su llegada, no fueron los únicos que habitaron estas tierras en tiempos más remotos.
Los resultados parciales de estas investigaciones confirman el planteamiento de que los grupos que habitaron Guanajuato, sobre todo antes del 900 de nuestra era, influyeron en la evolución cultural de las tradiciones del centro y occidente de México.
El modelo único de gestión que tiene Guanajuato de sus sitios arqueológicos se construyó a partir de la colaboración del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Gobierno del Estado, a través del Instituto Estatal de la Cultura y los gobiernos municipales, para generar una fuente base de financiamiento no sólo para la operación y conservación de los sitios, sino también su difusión y labores de investigación. Esto ha sido posible gracias al Fideicomiso de Administración e Inversión para la Realización de las Actividades de Rescate y Conservación de Sitios Arqueológicos en el Estado de Guanajuato (FIARCA), conformado en 2003.
Si bien, el propósito fundamental de FIARCA ha sido el rescate y salvaguarda del patrimonio arqueológico, una vez que los sitios arqueológicos han abierto al público, han sido detonadores regionales que impulsen la dinámica social y económica de las comunidades anfitrionas. De esta manera se ha logrado diversificar también la oferta cultural y turística en el estado.
Las zonas arqueológicas de Guanajuato, que recientemente volvieron a abrir al público con las medidas sanitarias acordes a los tiempos de pandemia, no han sido destinos estáticos. Sus Centros de Atención a Visitantes reciben exposiciones temporales que se renuevan a menudo y han sido escenario para distintos eventos, como observaciones astronómicas, además de ferias artesanales y de cocina tradicional.
La arqueología en Guanajuato aún tiene tesoros por revelar. Está próxima la apertura del Complejo B en Arroyo Seco, para completar el acceso al público de los dos cerros con pinturas rupestres que tiene el sitio; y se está trabajando también en la investigación y rescate de la zona arqueológica Cerro de los Remedios, en Comonfort, para que en algunos años sea el sexto destino desde el que pueda asomarse al pasado de la entidad.