“Me dijeron que me iba a competir para ir a otro país para ver quién es mejor en robótica. Sentí mucha emoción, nunca había venido a conocer acá, le voy a echar todas las ganas”, fueron las palabras de Omar Lancón Magallán, mientras se encontraba en el gimnasio polivalente de la Prepa Tec Eugenio Garza Langüera, en Monterrey, Nuevo León.
Omar tiene 14 años y vive en la colonia Monte Blanco de Celaya, Guanajuato. Hasta antes de Monterrey, León era el único lugar al que había viajado. Espera un día convertirse en un reconocido arquitecto.
Él es un ejemplo de superación y de sueños cumplidos, así como los son otros 17 niños de León y Celaya, beneficiaros del programa Combatiendo el Rezago Educativo de Niñas y Niños con Educación Integral (CRECE), del Instituto de Alfabetización y Educación Básica para Adultos (INAEBA), quienes se encuentran participando en el Torneo Nacional Primaria WER México 2018 “La Era de la Educación”, realizado ayer y hoy en Monterrey.
Así como Omar, los beneficiarios de CRECE tienen entre 10 y 14 años. Sus familias los sacaron de la escuela o nunca los mandaron a estudiar y viven en condiciones de vulnerabilidad o con carencias económicas que comprometen su educación. El objetivo del programa es brindarles asesorías educativas en un ambiente lo más parecido a una escuela formal para que se regularicen e ingresen a la secundaria.
Mientras que la competencia forma parte del Torneo Mundial de Robótica Educativa WER (por sus siglas en inglés). Es organizado entre estudiantes de primaria y secundaria todo el país por la Federación Mundial de Robótica Educativa con el fin de formar a niños que se conviertan en líderes tecnológicos e incentivar en ellos valores como el trabajo en equipo, de acuerdo al discurso inaugural.
Fue la directora del Instituto de Alfabetización y Educación Básica para Adultos (INAEBA), Esther Angélica Medina Rivero, quien en compañía de padres de familia, despidió a los niños participantes.
“Ustedes van a ser el ejemplo de muchos niños que se han salido de la escuela. Tienen derecho a una escuela, que por alguna razón perdieron, pero este Gobierno quiere decirles que aquí está este derecho para que sean grandes personas y de bien”, dijo la directora a los niños en las oficinas centrales del Instituto, antes de que partieran rumbo a Monterrey.
Y dirigiéndose a sus papás, la directora del INAEBA les solicitó: “Gracias papás (por acompañarlos) y que no se vuelvan a salir de la escuela, porque si están aquí tienen capacidades, habilidades y sueños. Sus hijos ya son privilegiados porque regresan a la escuela y se les están dando actividades tecnológicas.
“Si a estos niños no les trazamos un camino donde mañana sean personas exitosas y de bien, lamentablemente otras situaciones nos los arrebatan. Cuídenlos mucho, a sus amistades, que sean buenas personas y van a recibir ustedes muchas satisfacciones”, les aseguró la directora.
“Nunca imaginé que mi hijo llegara hasta acá”
Entrevistados antes de la salida de sus hijos, padres de familia de los participantes coincidieron en que nunca imaginaron el potencial de los niños para ir a una competencia de esa magnitud. Incluso muchos no sabían de qué trataba el torneo, hasta ese momento.
Raúl Cruz y María Antonia Huizar, son vecinos de la colonia Valle del Carmen, en León. De oficio comerciantes, explicaron que debido a que salen a trabajar a ferias no pudieron llevar a su hijo Ángel Emmanuel a la escuela formal. “No teníamos quién lo cuidara y nos dijeron de INAEBA. Algunas veces lo miraba que le ponía atención a leer y a escribir pero nunca imaginé que fuera llegar a esto”, afirmó el papá de Ángel.
El caso de Michel Joseline Rocha López de 11 años, es similar. Vive con su familia en la colonia León I, de la ciudad zapatera. Su hermana Alma, aconsejó a su mamá que no la dejara viajar a Monterrey. “No sabía que tenía el potencial, sí sabíamos que iban a concursar de un robot, pero ahora que sabemos (de qué trata) se van a emocionar en la casa. Yo nunca pensé que fuera así, que fuera a llegar hasta acá”, mencionó la joven.
Un competidor más que se convirtió en el orgullo de su familia es Alan Ulises Luna Torres, de 13 años. Vive con sus hermanos y su mamá María Janet Torres, quien es jefa de familia, en la colonia Santa Cecilia, en León. “Por motivo de que trabajaba no tenía quién me lo cuidara. Tenemos que estar asistiendo mucho a la escuela y lo sacaban del salón y ya no lo aceptaron. Desde segundo ya no pudo ir”, explicó la mamá de Alan.
“Yo sólo lo mando (al INAEBA) y no sabía de qué se trataba nada más veía cómo lo estaban enseñando con los robots. Estoy bien emocionada, que lograra ésto entre tanto niño, ser seleccionado… es un orgullo”.