El sobrepeso y la obesidad se han convertido en un tema de actualidad por ser un grave problema de salud pública y como señaló la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2000, el surgimiento de una “epidemia global”.
Entre otras cosas, estas condiciones de salud se han advertido como el reflejo de las desigualdades sociales y de género en la sociedad moderna, así como la adopción de estilos de vida poco saludables como el sedentarismo y una dieta abundante en azúcares, grasas y proteínas de origen animal.
Este contexto ha contribuido de manera sustancial en una elevada tasa de enfermedad y mortalidad por diabetes, un padecimiento que en la actualidad afecta a cerca de 415 millones de personas en todo el mundo, que causa la muerte de casi 5 millones de personas al año y que consume casi 802 mil millones de dólares en gastos relacionados con su atención y prevención. Además, advierte la posibilidad de que para el año 2040 casi 6 millones de personas o bien, una de cada de diez personas sufrirán de la enfermedad y sus complicaciones.
Ante tal contexto, bajo el liderazgo de la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de la Diabetes, desde 1991 se conmemora el Día Mundial de la Diabetes, en respuesta a la preocupación creciente ante la amenaza sobre la salud que representaba la diabetes. Dicho día se convirtió en un día oficial de Naciones Unidas en 2006, con la aprobación de la Resolución de Naciones Unidas 61/225.
Para este 2017, el tema se centrará en “Las Mujeres y la diabetes: Nuestro derecho a un futuro saludable” es el tema central de la conmemoración con el fin de promover la importancia del acceso asequible y equitativo para todas las mujeres con diabetes o en riesgo a las medicinas y tecnologías esenciales en la diabetes, así como a la educación e información sobre su autocontrol que necesitan para lograr resultados óptimos de la diabetes y fortalecer su capacidad de prevención de la diabetes Tipo II.
Los tres principales tipos de diabetes –diabetes Tipo I, diabetes Tipo II y diabetes gestacional- ocurren cuando el cuerpo no puede producir suficiente cantidad de la hormona insulina o no puede usar la insulina eficazmente. En el caso de las personas con diabetes Tipo I, los afectados necesitan terapia de insulina para sobrevivir; la diabetes Tipo II puede pasar inadvertida y sin diagnosticar durante años y la diabetes gestacional, que aparece durante el embarazo, puede conducir a graves riesgos para la salud de la madre y su bebé.
Según la Fundación Internacional para la Diabetes (FID), hasta un 70% de casos de diabetes Tipo II se podrían prevenir a través de intervenciones de estilo de vida, sobre todo en los destinados a mejorar la nutrición y la actividad física e involucrando a mujeres y niñas como agentes claves en la adopción de estilos de vida saludable para mejorar la salud y el bienestar de las futuras generaciones.
Según información de la FID, actualmente 199 millones de mujeres padecen diabetes y se proyecta que, en el año 2040, la cifra sea superior a los 313 millones de mujeres. A nivel mundial, la enfermedad es una de las principales causas de muerte entre mujeres, 2 de cada 5 que tienen el padecimiento se encuentran en edad reproductiva; las mujeres con diabetes Tipo II, son casi 10 veces más propensas a padecer enfermedades del corazón, mientras que las mujeres con diabetes Tipo I tiene un mayor riesgo de aborto o de tener un bebé con malformaciones.
En general, se calcula que 1 de cada 7 nacimientos en el mundo se ve afectado por la diabetes gestacional (DMG), esto debido a las limitaciones de las mujeres embarazadas a pruebas de detección, atención y educación sobre salud prenatal.
Ante este panorama, uno de los desafíos más importantes es sensibilizar y concientizar a la salud y nutrición antes y después del embarazo y los primeros años de la infancia, sobre todo con lo relacionado a la lactancia materna; además, una promoción de la salud y diagnóstico temprano de la diabetes, así como formación adecuada de los trabajadores sanitarios para identificar, tratar, controlar y realizar el seguimiento a la enfermedad durante el embarazo.
Actualmente ningún país escapa a la epidemia de diabetes y en los estados de todo el mundo son las naciones pobres y desfavorecidas los que más sufren las consecuencias. Para ello se ha sugerido que en el marco de trabajo de la agenda de desarrollo de los países “Post- 2015”, se dirija una campaña de enfoque hacia la prevención, atención y apoyo a la diabetes. Para tal efecto, la Federación Internacional de Diabetes propone las siguientes acciones:
• Elegir agua o café o té sin azúcar en lugar de zumo de fruta, refrescos u otras bebidas azucaradas.
• Comer al menos 3 raciones de vegetales al día, que incluyan verdura de hoja verde como espinacas y lechugas. Además de 3 raciones de fruta fresca al día.
• Elegir frutos secos, una pieza de fruta fresca o yogurt sin azúcar como colación entre horas.
• Limitar la ingesta de alcohol a un máximo de 2 bebidas estándar al día.
• Elegir cortes magros de carne blanca, aves y pescado en lugar de carnes procesadas o rojas.
• Elegir pan integral en lugar de pan blanco.
• Grasas insaturadas en lugar de grasas saturadas.
La diabetes coloca a las personas que la sufren en la antesala de la discapacidad o la muerte. Los altos niveles de glucosa en sangre pueden conducir a enfermedades graves que afectan al corazón y a los vasos sanguíneos, ojos, riñones y nervios; así como un mayor riesgo de desarrollar infecciones.
MÉXICO, GUANAJUATO Y LA DIABETES.
En México, aproximadamente el 30% de la población tiene obesidad (OMS, 2012). Según la Federación Internacional de Diabetes el mayor número de personas con la enfermedad tiene entre 40 y 59 años de edad, en este sentido, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2012), explica que la población masculina entre los 40 y 59 años cerca de la mitad (49%) tiene sobrepeso y casi una tercera parte (29%) tiene obesidad, por lo que este alto porcentaje de población tiene el riesgo de padecer diabetes, si no es que ya se le ha diagnosticado.
En los últimos años se ha asociado al estrés como una de las consecuencias de la aparición de enfermedades crónicas, entre ellas la hipertensión e infartos. En este sentido, se ha documentado que quienes más eventos estresantes enfrenten (desempleo, vivienda insalubre, inseguridad, etc), así como quien esté en condiciones de pobreza, entre ellas las mujeres que al no contar con una forma de eliminar la carga estresante, por cuestiones de género impuestas por la cultura (maternidad, crianza de los hijos, trabajo doméstico, doble jornada entre otras) resulten en la estadística con tasas más altas de obesidad, diabetes, hipertensión, etc.
A nivel nacional, se registra que a diferencia de los hombres, un 45.8% de la población femenina entre 40 y 59 años padece de obesidad, mientras que en promedio un 36.5% de la población tiene condiciones de sobrepeso . Además, algunos estudios han encontrado altas tasas de sobrepeso y obesidad en mujeres de zonas rurales y de alta marginación, padecimientos principalmente asociados a la calidad de la dieta cotidiana, compuesta casi en exclusiva de carbohidratos y productos de fuentes animales. En el caso de Guanajuato, la prevalencia de obesidad fue de 36.2% en mujeres y de 26.2% en hombres, mientras que la prevalencia de sobrepeso fue mayor en hombres (39.3%) que en mujeres (35.1%) .
Un estudio relativo al sobrepeso entre los seis estados más pobres de la República Mexicana, describe cuatro patrones dietéticos: alimentos grasos chatarra (17.5%); cereales, productos lácteos, alimentos chatarra, pocos vegetales y frutas (36.4%); alto consumo de carne (13%) y una dieta a base de maíz, con pocos vegetales y frutas (33%).
PREVENCIÓN
La diabetes se ha descrito como una enfermedad que no es curable, por lo que es importante que la población enferma controle su nivel de glucosa en la sangre y las complicaciones en el corazón, el sistema circulatorio, los ojos, riñones y nervios. Por tanto, la prevención y el conocimiento sobre las acciones a implementar para un manejo adecuado de la enfermedad es un factor fundamental para reducir los índices de morbilidad y mortalidad en la población.
A este respecto, a nivel nacional se estima que menos de la mitad de la población mayor de 20 años realizó durante el último año alguna medida preventiva como atención médica especializada y exámenes clínicos entre otras. El grupo de población de 50 a 59 años es quien manifestó tener más acciones preventivas (39.2%) mientras que sólo uno de cada tres de la población de 30 a 39 años (28.6%) realizaron alguna medida de prevención como una dieta saludable, actividad física diaria y exámenes médicos.
En Guanajuato, según la ENSANUT 2012, casi el 60% de los adultos cumplieron con los criterios mínimos establecidos por la OMS para ser considerados como activos, aunque se detectó que gran parte de la población es inactiva o moderadamente activa (40.3%) y el porcentaje de población que destinó más de dos horas diarias a estar frente a una pantalla fue más de la mitad de la población (51.2%). Este contexto supone que para reforzar la influencia que tiene la necesidad de actividad física, se debe considerar una mejor planeación de espacios activos, accesibles y seguros que permitan y fomenten estilos de vida más dinámicos, tanto en momentos de ocio y recreativos como durante la rutina diaria, para disminuir el sedentarismo.
MORTALIDAD
En 2016, en México por cada 100 mil personas, 86.3 fallecen por diabetes; las tasas de mortalidad más altas se ubican en el Distrito Federal (132.8 de cada 100 mil personas), Veracruz (111.9 de cada 100 mil), Morelos y Tabasco (107.5 muertes), mientras en Baja California Sur, Quintana Roo y Sinaloa se presentan las más bajas (45.9, 57.3 y 60.8 de cada 100 mil personas, respectivamente); la diferencia entre los estados con la tasa más alta y más baja –Distrito Federal y Baja California Sur– es casi del triple.
La mortalidad por diabetes Tipo I, a nivel nacional es muy baja, dado que 2 de cada 100 defunciones ocurren por este padecimiento. En el caso de la diabetes Tipo II, que está relacionada con el estilo de vida de la población y en la cual las complicaciones son prevenibles, se reportan altas tasas de mortalidad en México, en donde de cada 100 hombres que fallecieron por diabetes 61 tenían Tipo II, en tanto en las mujeres fueron 62.
En Guanajuato, la tasa de mortalidad por diabetes se ha incrementado en más de 70% en el periodo de 1998 a 2016. Esto es, en 1998 se reportaba 47 muertes por cada 100 mil habitantes, mientras que para 2016 esta tasa subió a 95.2 muertes por cada 100 mil habitantes, en ambos periodos, superior a la media nacional de 42.3 y 86.3 respectivamente.
Al interior del estado, en los municipios de Pueblo Nuevo, Salvatierra, Tarandacuao, Acámbaro y Jaral del Progreso, la tasa de mortalidad por diabetes es de las más altas, en contraparte de municipios como Tierra Blanca, Xichú, Santa Catarina, Doctor Mora y Purísima del Rincón, que cuentan con la tasa de mortalidad por diabetes más baja.
Sin embargo, por número de casos, en 2016 los municipios del corredor industrial como León (1,511), Celaya (590), Irapuato (566) y Salamanca (315) se colocan como los municipios con mayor número de casos de mortalidad por diabetes.
En el estado de Guanajuato, la mortalidad por diabetes tiene cara de mujer, en el periodo 2010 a 2016 se puede identificar además de ser más alta que la de los hombres, que ésta aumenta con el paso del tiempo de manera importante. A nivel municipal, son escasas las referencias en donde la mortalidad por diabetes sea más significativa en hombres que en mujeres.
Para el estado de Guanajuato, el fomento de condiciones de vida saludables, es uno de los retos definidos en el Plan Estatal de Desarrollo 2035 que, desde la dimensión Humano y Social, se plantea el reto de disminuir las desigualdades sociales relacionadas con la prevalencia de la diabetes y de sus complicaciones.
Las complicaciones de la diabetes se pueden prevenir o retrasar manteniendo los niveles de glucosa en sangre, presión arterial y colesterol tan cerca de lo normal como sea posible. Muchas complicaciones se pueden detectar en etapas tempranas mediante programas de cribado que permitan tratarlas previniendo que se vuelvan más serias.
Por lo que las mejoras de las condiciones sociales desfavorables se asumen como una cuestión de política social. La salud y la equidad sanitaria requieren de la participación activa de los poderes públicos, la sociedad civil, las comunidades locales, el sector empresarial y la población en general, con el fin de incidir en los determinantes de la salud y adaptar los servicios de atención médica a las nuevas necesidades de la población. La intención es alcanzar la equidad sanitaria en el lapso de una generación, por lo que es el momento de hacerlo.